martes, diciembre 30, 2008

"MARE, YO ME VOY AL MUNDO"

"Mare, yo me voy al mundo. No sé cuándo volveré. Llevo mi ropita al hombro y muchas cosas que aprender... Soy el hijo de la noche y no tengo horizontes. Ni metas que alcanzar. Soy testigo de la luna y toda mi fortuna la tengo en mi cantar... Tengo el alma errante, llevo en el semblante una vocación Músico de calle. No te asustes mare voy en paz con Dios". Me voy al mundo. El Barrio.

Ya lo decía El Barrio en una canción: "Mare, yo me voy al mundo. No sé cuando volveré". Si hay una frase que resuma lo que ha sido para mi este 2008 es esa que le dije a mi madre cuando decidí abandonar mi antiguo trabajo. Fue una decisión que tomé tras pasar -literalmente- mucho dolor. ¿Nunca han sentido que deben dar carpetazo a una etapa de su vida? Yo lo hice tras conseguir llegar donde me proponía: ser redactora de plantilla de un periódico nacional importante. A principios de este 2008 que termina logré ese objetivo que venía persiguiendo años, concretamente desde que aterricé en aquella redacción siendo una pequeña e insignificante becaria. Pagué un precio demasiado caro para los placeres que obtuve a cambio.

Así me fui de aquel pequeño mundo en el que viví cuatro años junto con mucha gente buena y, porque no, mala también. Un mundo que despertaba ponzoñoso a las 10 de la mañana y se apagaba agotado repetidamente a las once de la noche. Con la maleta a cuestas, con muchos recuerdos, con mis ilusiones e intentando mirar lo menos posible hacia atrás partí hacia una nueva aventura.

Y a partir de aquí en adelante empiezo a describirles lo que fue realmente mi año 2008, un año en el que he viajado a Colombia, a Londres y en el que también he pasado tiempo en mi querido Alicante. 2008 me trajo la oportunidad de vibrar con The Police en concierto; de escuchar a Juanes y ver a Mónica Naranjo en el Palacio de los Deportes.

Este año he paseado muchísimo por Madrid y tomado cafés en el Antik con personas a las que me apetecía dar un abrazo. He vuelto a recibir clases de inglés, a comer en mi casa, aprobé el examen teórico de conducir y he leido una media de un libro cada diez días.

Pero nada de todo esto que les estoy contando sería como es si no fuera por las personas que me acompañaron en cada uno de esos momentos: EL, mis amigos y, por supuesto, mi familia. Esos a los que tanto quiero y que de vez en cuando me recuerdan que la vida es mucho más que un conjunto de palabras.

En 2008 ha habido muchas noticias, algunas, para bien o para mal de los que me oyen a través del infinito, se las ha contado la que escribe. Algo que diariamente tengo que reconocerles me llena de satisfacción.

Faltan menos de 24 horas para decirle adiós a 2008 y yo me quedo con una noticia, con la que ha marcado mi año que empezó cuando le dije a mi madre: "Mare, yo me voy al mundo. No sé cuando volveré".

Ya llega 2009, con la crisis, el bebé de Eva, el parto inminente de Celia, mi examen práctico de conducir, la visita de John, las películas de Alex, los viajes con EL, los tés con Gaby, los paseos con Fran, las charlas con Javi, la playa con Alba, las competiciones de motos con mi ahijado, los conciertos con mi tio Fer, las tiendas con mi madre, las tardes con mis abuelos, los almuerzos con Marivi, Jesús, Lorenzo y Luismi y, por supuesto, la fiesta de Nochevieja en Albacete junto a mis amigos.

"2009 puede ser TU AÑO", me decía en un e-mail un compañaro de trabajo. Yo la verdad espero seguir caminando como hasta ahora,viviendo despacito, con mi gente y que este nuevo año sea para todos un nuevo punto de partida. Feliz 2009.






martes, diciembre 23, 2008

EL GORDO DE NAVIDAD

Me enteré de que mi amiga Eva volvería a ser madre mientras hacía guardia en la puerta de un despacho de la calle Serrano para buscar a un tipo de dudosa reputación financiera. Era una mañana gélida de 15 de diciembre cuando Madrid lucía en su cielo nubes bajas y plomizas, los coches ya empezaban a escasear a causa de las vacaciones y el caso Madoff alcanzaba su nivel de máximo apogeo en las portadas de los principales diarios.

Y allí estaba yo, en la puerta de un despacho donde no querían recibirme, descuadrada y muerta de frío cuando escuché la voz de Eva a través del móvil: "Confirmado. Estoy embarazada", me dijo repleta de satisfacción. "Enhorabuena", la contesté. Tuve que colgarla porque debía continuar al acecho de mi personaje corrupto, pero mientras caminaba de vuelta a la radio me vinieron muchas imágenes a la cabeza, algunas se remontaban a cuando conocí a Eva hace ya unos cuantos años: Ella, siempre en aquella pequeña tele encerrada en una sala de postproducción (el que era su pequeño cubito) ataviada con aquella sudadera color grosella, sus zapatillas y sus vaqueros medio rotos. Cuando la vi en medio de toda la redacción, en la que sobraban polos de Ralph Lauren color rosa palo, algo me dijo que sería importante en mi vida.

El recuerdo de la primera vez en que nuestras vidas se cruzaron, unido a la sonrisa de la pequeña Alba y aquellos juegos junto al mar en verano, me acompañaron hasta mi regreso al trabajo junto con una enorme sensación de plenitud que se reafirmó el sábado cuando otra de mis queridas amigas, Celia, me confirmó también su estado de buena esperanza. Ella es otra luchadora que, al igual que Eva, ha decidido acompañarme en la aventura de la vida.

Ya ven, la natalidad no entiende de crisis, como tampoco la felicidad entiende de dinero.

Últimamente me siento bien, quedo con mis amigos, paseo con mi compadre Fran al salir de la radio, me rio con EL en casa y con el loco de nuestro perro; y, lo más importante de todo, cuido de los mios. Cuando se celebró ayer el sorteo de la Lotería de Navidad, por primera vez en mi vida, me tocaron 20 euros que jugaba a medias con Fran. Me puse muy contenta, miré a mi alrededor y pensé en mi gente: Sin darme cuenta, me había tocado "El Gordo".

sábado, noviembre 29, 2008

TRES AMORES Y EL BIG BEN

Antes de subirme al avión, le prometí a mi amigo Alex que tarde o temprano acabaría escribiendo algo en este blog con semejante título que reflejara mis experiencias en mi primer viaje al Reino Unido.

Han pasado unos cuantos amaneceres desde que regresé a Madrid y todavía siento un "no se qué" cuando me acuerdo de aquellas tardes solitarias y plomizas, de la música y de aquellos abrazos gélidos. ¿Nunca han amado algo o a alguien sin conocerlo personalmente? Eso me pasó con Londres, una ciudad a la que quería por anticipado. Imaginénse: Mis abuelos fans de The Beatles; mi madre, bailarina, se pasaba las horas muertas durante mi infancia hablándome de lo bien que lo pasó durante dos años viviendo en Covent Garden estudiando en la Royal Ballet School.; mi tio y sus canciones de The Police cada fin de semana antes de salir con sus amigos en los 80... Después, yo y la música de Blur, mi adolescencia junto a un un grupo de chicos británicos de Queensway... Recuerdos, de los que solo queda una pequeña novela escrita desde el punto de vista de alguien que quiso dar forma a la esencia de una ausencia.

Me encantó pasear con EL por Picadilly, Westminster, Kensington, Oxford Street y Notting Hill, un lugar en el que me encontré de bruces con la armonía que desprenden las letras que escribe mi querido Damon Albarn. Londres ha sido un hallazgo para mi, como lo fue conocer a Mercedes, mi compañera de trabajo: Una periodista colombiana, cosmopolita, dicharachera y encantadora, dotada de las mejores piernas de toda Inglaterra. Con ella también se hizo patente eso de simpatizar con alguien sin haberlo visto antes. Me gustó su mirada chocolate y ese brillo que salía de sus ojos febriles cuando contaba historias mientras caminaba por las calles de su ciudad. Con ella, EL y yo conocimos una colina alejada de todo desde donde se podía divisar el cielo con nombre de Londres. Ahora, cuando cada día escucho la voz de mi compañera a través de uno de los botones de la mesa de mezclas de Fran, pienso en aquella colina con una sonrisa: Mercedes, la mujer que se hizo a si misma, vive allí. Tengo muchas ganas de volver a verla.

Por momentos como esos, merecen la pena muchas cosas. Londres, esa metrópoli en la que, a diferencia de Nueva York, te sientes grande paseando por infinidad de barrios pequeños. Cadem es uno de mis favoritos. Mercadillos extravagantes, bohemios y alternativos son las arterias que dan vida a Camden Town, la capital del rock indie de Gran Bretaña y, probablemente, del mundo. Cuando estuve allí, no pude evitar verme durante un instante escribiendo sola desde uno de esos rincones que van a parar a las orillas del Thames.

Si no me parte un rayo, volveré en cuanto pueda a Londres porque allí tengo tres amores: amigos (Mercedes, Miguel y espero que John dentro de poco tiempo) la música y, por supuesto, el Big Ben.

sábado, noviembre 01, 2008

DON´T GO AWAY

Era una tarde de esas, como otras muchas, en las que tras ver una película, vas a hacer la compra de la semana y acabas rendida sentada delante del ordenador buceando en la red de redes. Te sumerges en un mundo al parecer conocido buscando algo. En mi caso lo acabé encontrando. Se trataba de una canción de los británicos Oasis fechada en 1998.

Es increíble lo que puede significar para el ser humano enfrentarse a la nostalgia, cuando tras el paso de 10 años un sonido difuso, lejano y añejo te trae recuerdos a la cabeza. A veces no es necesario ver para sentir. Tampoco es necesario moverse de la silla para que se te haga un nudo en la garganta y se te empañen las lentillas cargadas de lágrimas deseando brotar a borbotones.

Supongo que para eso están las canciones, para ver sin necesidad de abrir los ojos. Aquella tarde, gracias a aquella melodía que andaba enterrada en lo más hondo de mi memoria, pude volver a pronunciar una frase que marcó mi adolescencia: Don´t go away.

sábado, octubre 25, 2008

TESIS

Cuando abandoné la facultad, a mis tiernos e ingenuos 21 años, pensé que no iba a volver a poner un pie en ella nunca más. El tiempo me quitó la razón y ahora a mis 26 he vuelto a pasearme por los pasillos del búnker que arropan a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid donde, aunque no quiera reconocerlo, se guardan parte de los recuerdos más bonitos de mi vida.


Esta mañana he recibido la admisión en el departamento de Periodismo II para cursar estudios de doctorado. Decidí inmiscuirme en este fregado, tras pensarlo mucho. Cuando acabé mis estudios de licenciatura me ofrecieron quedarme en un departamento, formarme y acabar dando clase; pero rechacé de lleno esa oferta porque vivo como pienso. Durante mi etapa de estudiante de periodismo siempre me quejaba de que en la facultad había profesores que no son periodistas y que, por tanto, no tenían ni idea de lo que pasaba fuera de las aulas a excepción de mi amigo Luismi que, además de profesor, es un excelente profesional de los medios audiovisuales. Él me ha visto crecer con mis sueños, que se gestaron a su lado, junto a mis amigos, a las puertas del estudio 25 de radio de la facultad.

Él entendió en su momento que no quería ser como el resto de mis profesores y que no deseaba pasarme la vida teorizando, porque eso no es periodismo; tampoco quería un título. De hecho, ese es el menor motivo por el que, al igual que mi carrera, me atrae el hecho de hacer una tesis doctoral. Así que acabé un año antes mi licenciatura y empecé a trabajar en un periódico, en uno muy grande y de mucha tirada. Mi única intención por aquel entonces era hacerme periodista, aunque no mirara como quedaran otros aspectos de mi vida. Pero ese útimo punto es otra historia...


Han pasado casi cinco años desde que decidí salir del búnker y, para mi suerte o desgracia, ya no trabajo en ese periódico y a día de hoy todavía ando aprendiendo a ser periodista, pero esta vez desempeño mi profesión en el medio que me sedujo cuando era una adolescente: la radio. Estoy en un momento personal y profesional tranquilo e intenso a la vez.

Dicen que cuando haces algo para ti mismo, ese algo es lo que mejor te puede hacer sentir en este mundo. Mi tesis va a ser para mi, no va a ser un medio para conseguir un fin con forma de título (esa mentalidad es demasiado simple), ni una carga inútil burocrática. Mi investigación va a tener como principal fin enriquecerme a mi misma. Me apetece aprender más allá del estudio de radio, tengo ganas de escribir, de empaparme de libros y, por supuesto, de ser periodista.

domingo, octubre 19, 2008

CUESTIÓN DE PELOTAS

Desde que mi mundo es mundo he aborrecido la información deportiva, es más, desde que empecé en el oficio de contar cosas a mis dieciséis años, nunca jamás de los jamases había cubierto un evento deportivo. Pues bien, los 26 añazos han venido con un regalito bajo el brazo: una acreditación a mi nombre para cubrir el Masters Series de Madrid.

Para mi el tenis siempre había sido sinónimo de niños/as pijas que se vestían de marca para atizarle raquetazos a una bola. Éso había sido, hasta que llegó el día en que me tocó acercarme a una competición. Era miércoles, me acredité de estrangis, es decir, fuera de plazo y gracias al favor de un compañero. Deambulé por el Madrid Arena alrededor de 15 minutos hasta encontrar la sala de prensa. Llegué a ella, me tomé un café, me senté en uno de los sillones que quedaba libre, respiré y miré la pantalla de resultados del torneo. Saqué mi cuaderno de notas, me dispuse a escribir y ahí, en ese punto de la historia, empezaron mis problemas. No tenía ni pajolera idea de que era un Deuce, ni un set, ni lo que significaba romper un saque...

Tenía que salir de aquella laguna terminológica y decidí confiar en la buena voluntad de los compañeros de profesión. Así que volví a ponerme ante el panel de resultados y me dije: "Al primer periodista que vea con cara de interés le voy a preguntar unas cuantas cosas". Y así lo hice, me encontré con Javier, un excompañero del periódico en el que trabajé cuatro años de mi vida. Me explicó todo en diez minutos muy amablemente y gracias a él pude experimentar lo que estoy a punto de narrarles ahora.

Comencé a comprender las tácticas, a disfrutar del ambiente y a interesarme por los jugadores. Con algunos tuve oportunidad de hablar, unos a micrófono cerrado y otros grabadora mediante. Había de todo: simpáticos, creídos, humildes, luchadores, rebeldes y elegantes. Cada tenista tenía una personalidad que transladaba en cada torneo a la pista. Entre los muchos con los que pude entablar una breve conversación se encontraba el actual número uno del mundo, un chico que responde al nombre de Rafael Nadal.

Entró en la sala de prensa para hablar sobre la fundación Bust Buddies a la que presta apoyo. Pasos lentos, algo forzados, semblante serio, despeinado y en su pecho, una camiseta rosa fucsia, dejaban entrever el agotamiento de alguien que, aunque muchos no lo crean, es humano.

Tras contestar a las preguntas formales de la rueda de prensa, se levantó de su asiento e intenté acercarme a él para conseguir sin éxito alguno una entrevista exclusiva para la emisora en la que trabajo. Salí de aquella sala sin sus declaraciones en mi minidisc, pero con una gran satisfacción, la que da conocer a alguien que aparentemente lo tiene todo, pero que como me afirmó aquella tarde es consciente de que "en un encuentro sólo hay dos opciones: perder o ganar. Unas veces pasa la primera y otras la segunda".

Tengo que reconocerles que me impresionó aquel chaval al que veía como la imagen de la marca de mi coche. Me gustó su fuerza psicológica, su lucha, su respeto hacia el contrario y su saber perder. Me gustaron sus palabras cuando el jugador galo, Gilles Simon, le hizo retirarse de la competición a un paso de la final. "Unas veces se gana, otras se pierde y ahora tengo que aprender de esta derrota", afirmaba.

Les aseguro que he visto muchos partidos de tenis esta semana y cada uno me ha enseñado una cosa diferente. Más allá del glamour, de las marcas, los famosetes y las puntuaciones. En el tenis, como en la vida, hay humildes, fuertes, malcriados, estúpidos y elegantes. Los hay que se esfuerzan, los despistados, los que se creen guapos, los que se dejan llevar por la situación y los que la controlan.

Creo que estaba equivocada... Adoro el tenis.

sábado, septiembre 20, 2008

MIS 26 AÑOS

Me encantan los Pitufos. Cuando cumplí 3
años mi madre me regaló una tarta con estos
muñecajos adorables.


Supongo que tenían que llegar y llegarán, a menos que de aquí a una hora me de un jamacuco. Los 26... Cuando mi madre tenía esa edad, yo caminaba por el colegio de monjitas fardando en el patio de que mi mamá tenía la edad de las hermanas de mis amigos. Y ahora, mirénme, sentada frenten al portátil, bebiéndome una Coronita a las tantas e intentando resignarme ante un hecho natural: cumplir años.
Se me acaba el carné joven, el banco me cobra por la tarjeta de crédito, caduca mi carné de la facultad y, para colmo, van a dejar de hacerme rebaja en dos de mis tiendas favoritas.¡Que asco! ¿Pero saben que? En medio de todo este caos, me siento afortunada. Todavía no me he atado a una hipoteca, tampoco a un trabajo "estable" -es decir, la ilusión de mi vida no es llegar a convertirme en funcionaria- ni mucho menos casarme y tener enanos. Yo quiero viajar, irme a Londres, a la China, vivir en Nueva York, visitar Japón, Australia e Islandia; escribir un libro y leer mil más; aprender más inglés; volver a bailar; trabajar a tope en la locura informativa; asistir a mil conciertos; pasearme con un vaso de café del Starbucks por la Gran Vía a las nueve de la mañana vestida como me da la gana; aprobar el examen práctico de conducir y, sobre todo, divertirme al lado de la gente que quiero haciendo de cada instante un momento inolvidable. Eso es lo que realmente deseo. Lo que para muchos puede parecer una vida inestable y disoluta, a mi me hace sentir plenamente feliz.
Dicen que lo que te hace adulto es la ausencia de sueños, de ilusiones y, en ese sentido yo me siento una niña de 3 años que disfruta con su tarta de Pitufos. Increíble, pero cierto. En medio de toda esta parrafada que acabo de redactar me han llegado los 26 y no me he dado cuenta. Supongo que es un buen comienzo o al menos eso parece.

domingo, septiembre 14, 2008

EL FINAL DEL VERANO

Supongo que ya es oficial: el verano se ha terminado. Esta tarde lo "celebraban"los niños de la urbanización, entre globos, chucherías y medias noches rellenas, congregados alrededor del césped. Habían organizado una fiesta porque hoy era la última tarde del verano de 2008 en la que podrían bajar a la piscina. Mañana los enanos vuelven al colegio, los atascos serán enormes y los autobuses comenzarán a parecerse a una lata de sardinas.

Ya se acabó el verano y con él el calor, las temporadas en la casa de campo de Alex, la playa con mis amigos, los helados con Fran al salir de la radio, el fútbol con el pequeño Mario y los paseos nocturnos por el barrio junto a mi familia (EL, Dinky y la que escribe).

La semana pasada como todas las temporadas me compré el VOGUE. No lo puedo remediar, me encanta la ropa y tener entre mis manos ese ejemplar que sale tan sólo dos veces al año de más de 300 páginas llenas de modelitos carísimos que jamás podré lucir. Esta tarde, haciendo honor a las doctrinas de mi venerada publicación, he empezado a sacar del trastero algunos jerseys.Mientras ordenaba mis trapos, caí en la cuenta de que una gran parte de ellos ya no me gustaban. Era extraño, muy extraño. Cuando introducía las faldas rectas, las blusas, los pantalones de pinzas, las chaquetas, los vestidos sobrios, y, los jerseys de pico tenía la sensación de que algunos de esos trapos no me pertenecían. Era como si la mitad de mi armario fuera de otra chica que no era yo.

Ya lo decía Damon Albarn en su canción End of century: "Llevamos la misma ropa, porque nos sentimos de la misma forma". Y era cierto, yo ya no me sentía igual que aquella chica que llevaba semejante indumentaria y paseaba por los pasillos de una redacción enorme cargada de trabajo. Era curioso, aquella misma noche soñé que volvía a mi antiguo empleo para escribir un reportaje sobre una empresa inmobiliaria que se había ido a pique. Poco antes de terminar de escribir la última palabra del titular, pasarle el corrector y entregarlo a mi redactor jefe, me despertó el ruido del claxon de un autobús.

Así que hoy he hecho limpieza en mi guardarropa, he jubilado zapatos, pantalones y jerseys, para hacer un hueco a las deportivas, los vaqueros y las camisetas de colores.

El verano se termina y da paso a un nuevo curso en el que vista el uniforme que vista, lo más importante de todo es disfrutar de lo que se aprende dentro y fuera de clase.

domingo, septiembre 07, 2008

VUELVEN LOS FANTASMAS
Hay pocas cosas que me den miedo, pero las cifras que he leído últimamente en los periódicos, me causan auténtico pavor. Los datos del paro son escalofriantes. Pero crean que no, los lees en el diario de turno y, aún así uno no se hace a la idea de la magnitud de la noticia hasta que empiezan a engrosar las malditas listas del INEM sus seres queridos.

El último en apuntarse a la cola de desempleados ha sido uno de mis mejores amigos. Después de trabajar durante cuatro años en una fábrica de cerámica viendo pasar tejas de un lado para otro, currando en horarios intempestivos y aguantando todo tipo de fechorías empresariales, llega un día en el que, tras varios meses de "parón tecnológico forzoso", le suena el teléfono. Una voz masculina le comunica que tiene que asistir a una reunión antes de reincorporarse tras las vacaciones. Mi amigo fue a aquel encuentro y en cuestión de minutos, se encontró en la calle, sin trabajo. " No hace falta que usted vuelva el lunes", le dijo el baranda con cara de resignación. Así, de un día para otro, mi amigo se ha convertido en una de esas cifras a las que, por desgracia ya empiezo a poner nombres propios.

Me joroba, me fastidia y me indigna. No lo puedo remediar. Licenciados mileuristas (o ni eso), periodistas sirviendo comida en un Mc Donalls, ingenieros sin trabajo, becarios eternos, familias que hacen encaje de bolillos para llegar a fin de mes, ciudadanos asfixiados porque no pueden pagar la hipoteca, pensionistas con subsidios irrisorios y cientos de jóvenes talentos esperando una oportunidad que nunca llega.Vergonzoso.

Los expertos dicen que la crisis económica acaba de empezar y, para solidarizarse con el pueblo llano, algunos diputados de algunas comunidades autónomas deciden congelarse sus sueldos. Como diría mi abuela: A buenas horas mangas verdes. Me gustaría ver a muchos falsos predicadores con sueldos mileuristas, trabajando ocho horas y con un par de niños pequeños.

El miércoles el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, comparece en el Congreso para dar soluciones a la crisis. Yo, desde mi pequeño rinconcito madrileño, voy a proponer una posible opción a través de la empatía. Mi plan es sencillo: durante un mes trabaje 10 horas, cobre 900 euros, pague una hipoteca y dé de comer a sus hijas. Si consigue llegar a fin de mes, tendrá la solución a muchos de los problemas que sufren los españoles.

Imagínense, ¿Creen que alguno de esos expertos que tanto hablan harían semejante experimento? Pues entonces, échense a temblar, que vienen los fantasmas.

jueves, septiembre 04, 2008

¿DÓNDE QUEDAN LOS SUEÑOS?
Esta mañana estuve en la casa que me vió crecer, en TVE. Hice una visita rápida a la recién estrenada corporación para solicitar -por undécima vez- los videos de los directos que hice hace ya un par de años. Al entrar en la nueva "tele pública" sentí cierta nostalgia. Sin darme cuenta, cuando paseaba junto a una ex-compañera por los pasillos de Torrespaña, me invadió un sentimiento de tristeza, añoranza y algo de melancolía. Ya no conocía a casi nadie. ¡Hasta los logos habían cambiado! Ahora son una mezcla entre la imagen de la firma telefónica Yoigo y las letras de una serie infantil. Pero... ¿Que han hecho con mi tele? Me preguntaba consternada, mientras recordaba cabizbaja mi niñez que aconteció entre aquellos estuidios y los de Prado del Rey. Me acordaba de mi madre, de aquellas interminables tardes en las que, sentada en una silla del Estudio 1 de Prado, veía pasar el tiempo mientras merendaba un bocadillo rancio al son de la frase de un tipo al que odiaba y que siempre gritaba: "No vale...¡Volvemos a repetir!".

Eran tardes largas en las que mientras mi madre bailaba, la que escribe jugaba entre cables, se subía en grúas y coqueteaba con cámaras y micrófonos.

-"¿Y tú bonita, también quieres ser bailarina?"- me preguntaban constantemente los compañeros de mi madre.

- "¿Yo? Yo no, yo voy a ser como ése"- respondía señalando a un perdiodista que andaba por el estudio alcachofa en mano.

Y así empezó mi historia, la historia aparentemente interminable que se empezó a escribir en los platós de TVE.

Esta mañana, mientras salía de la tele -sin mis videos, por supuesto- pensé en aquella niña tímida que soñaba por los rincones de los estudios con ser periodista. Esa niña que a día de hoy está a punto de sobrepasar el cuarto de siglo y que de vez en cuando, se pregunta: ¿Dónde quedan los sueños?


viernes, agosto 29, 2008

RENUNCIAR A TODO PARA SER FELIZ

En el programa, cada mañana se propone un tema del día para debatir con los oyentes. Hoy el tema del día versaba sobre la siguiente premisa: "Renunciar a todo para ser feliz". La verdad, es que al escuchar ese tema pensé en ÉL y en los sacrificios que ha hecho y hace para estar al lado de la persona que hoy les redacta estas líneas. Reconozco que a veces es complicado permanecer a mi lado, sobre todo, cuando me toca trabajar hasta horas intempestivas durante tiempo ilimitado y bajo un nivel de estrés fuera de lo corriente. El periodismo es así o, al menos, la cara de él que conozco más. Ahora, que gracias a mi nuevo trabajo estoy más tranquila, sigo mirando con cierto recelo aquellos años en los que ÉL tuvo que "abandonar" su empleo como cámara para buscar una vida mejor para ambos en la que ÉL y yo fuéramos algo más que dos personas que se tumban en una cama para compartir sueños en la madrugada de forma completamente inconsciente. Le admiro, porque ÉL ha sido capaz de enseñarme a ser feliz más allá del oficio de contar cosas. ÉL supo ser paciente y aplazar su talento y, a pesar de todo, sonríe cada mañana antes de ir a trabajar en algo que no es de lo suyo.
Renunciar a todo para ser feliz lo hizo también Eva. Ella abandonó su trabajo en Madrid, bien remunerado y aparentemente importante, por una vida tranquila en Albacete junto a su novio y su hija.
Dicen que la felicidad no es un cielo permanente y que es estar contento con lo que se hace en cada momento. Rindo mis respetos a todos aquellos que saben lo que tienen que hacer en cada instante y a los que no, admiro a los que son capaces de renunciar a algo por compartir, por amar a algo o a alguien que no sean ellos mismos.

miércoles, agosto 27, 2008

SE LLAMA LIGIA

He visto a Ifema cambiar muchas ocasiones de rostro. Unas veces se vestía de gala para acoger a la glamourosa Pasarela Cibeles y otras se cargaba de creatividad con eventos como ARCO, SIMO o Broadcast, entre otros. Pero el 20 de agosto el recinto de la Feria de Madrid volvió a portar su traje más siniestro, uno negro, para acoger a las más de 150 víctimas del accidente del vuelo de Spanair JK5022 que se estrelló en el aeropuerto de Madrid-Barajas.

En la redacción la noticia saltó pequeña, como lo hacen casi siempre la mayoría, pero fue ganando magnitud en la medida que avanzaban los minutos. Las cifras de fallecidos aumentaban y cada medido de comunicación empezaba a establecer sus propias hipótesis a cerca de las causas del siniestro. Por una parte, mis compañeros y yo queríamos averiguar todo lo que estaba pasando en Barajas, pero por otra no deseábamos bajo ningún concepto confundir a ningún oyente dando una información confusa o sin contrastar. Fue un día largo en el que todos, tras el trabajo,acabamos abandonando el estudio agotados, silenciosos y abatidos.

A la mañana siguiente logramos hablar con Ligia, una de las supervivientes del accidente. Aquella entrevista es, junto a las que hice en la estación de Atocha aquel fatidico 11 de marzo de 2004, la más delicada que he tenido la oportunidad de hacer en toda mi carrera.

Ha pasado una semana desde aquel accidente aéreo y la resaca informativa ya deja entrever los resultados de lo que algunos hicimos o dejamos de hacer ante aquella noticia. Un amigo periodista que tiene ya sus años, siempre me dice que no hay noticias buenas o noticias malas, sino buenos o malos comunicadores. Hacer información es relativamente fácil, lo complicado es hacerla bien. No se pueden controlar las circunstancias imprevistas y cuando todo se desborda hay que ser capaz de mostrar entereza, no dejarse llevar por la compasión y ser integro.

A veces me da por pensar porqué me metí en todo este lío mediático y no acabé siendo cocinera como le decía a mi madre cuando tenía cuatro años... Estoy aprendiendo mucho estos meses con mis compañeros. Cada día que pasa me doy más cuenta de que seré una eterna principiante, que mi carrera paso a paso va configurándose porque comienza cada mañana con un sencillo paso.

Han pasado 7 lunas desde el accidente de aquel MD-82, y nadie sabe lo profundamente que sentí las lágrimas que España derramó y que aún humedecen las almas de los que, por desgracia, físicamente ya no están aquí. En medio del silencio de la noche resuenan en mi las palabras de Ligia, una chica colombiana valiente que, como cada uno de nosotros, vuelve a nacer cada día.

lunes, agosto 11, 2008

BOGOTÁ
Surgió como aparecen los planes más estimulantes: de forma imprevista. Mi compañero Quique nos llamó a Marta y a mi a nuestras casas. "¿Queréis viajar a Bogotá para cubrir el partido Real Madrid- Santa Fé?"- dijo. Un simple "sí" fue suficiente y, tras las prisas, las maletas y los trámites burocráticos, 48 horas después los tres volábamos rumbo a Bogotá (Colombia), junto con 20 oyentes de la emisora.

Fue un viaje largo (10 horas de avión), en el que hubo de todo: risas, sueños, comida estupenda y fútbol, mucho fútbol. Sentada en la ventana del avión, a punto de aterrizar, pude vislumbrar a través de los cristales mil tipos de colores, la mayoría de ellos verdes, apilados unos tras otros como si fueran un puzzle en el que todas las piezas encajan perfectamente. Ya en tierra firme, sentí el olor de la humedad a una altitud de unos 2640 metros sobre el nivel del mar. Era extraño, pero no incómodo.

Nuestros compañeros de la mesa de trabajo de Bogotá no tardaron en ir a buscarnos al aeropuerto. Ellos fueron los mejores guías que jamás hayamos podido tener. Recién llegados, cansados e inquietos mirábamos a nuestro alrededor: la luz grisácea, el aire templado y el aroma a césped mojado convivían con la belleza de las montañas y el ajetreo de una gran ciudad en la que se puede percibir la ausencia en medio del bullicio.

Una canción, la Chispa adecuada de Héroes del Silencio, ponía la banda sonora a las imágenes que lentamente se grababan en mi retina, a través de la radio del coche de mi compañera María Elvira. Esos fueron mis primeros momentos en Bogotá. Tras un breve descanso en el hotel, llegó la noche, después la fiesta (la parranda o la rumba, como la llaman allá), y los sueños sobre mi lecho de plumas.

A la mañana siguiente Quique, Marta y la que escribe realizaron una transmisión desde los estudios situados en la calle 67, desde los que se podía tocar, literalmente, el cielo con las manos. Desde allí arriba las realidades tomaban un aspecto diferente, sobre todo, porque la vista alcanzaba a visualizar el monte, ese en el que se difuminan muchos anhelos.

Parece mentira, pero recorrimos la ciudad en tiempo récord, inclusive la Plaza de Simón Bolívar. El partido Real Madrid- Santa Fé fue la percha (el enganche, el soporte) que sostuvo nuestro reportaje. Un trabajo en el que no faltó la emoción de los abrazos de aquellos que no pisaban su país desde hace 13 años; el color de las frutas más exóticas expuestas en puestos en cada una de las esquinas de las calles; la música en forma de silencio; ni los aplausos de miles de aficionados emocionados por la pasión del fútbol.

Tomamos un vuelo chárter a las 20.30 horas, tras pasar seis cacheos en el aeropuerto. Cuando tomé asiento en el avión, mis ojos no alcanzaron a vislumbrar aquellos colores verdes del monte que me sedujeron a la llegada. Era de noche y el cielo se había apagado. Durante el despegue recordaba cada instante pasado junto a mis compañeros y la imagen de aquel monte perdido en el horizonte custodiando la ciudad. Pensé en el significado de la palabra "libertad": facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por que es responsable de sus actos. No pude evitar volver a mirar a través de la ventanilla y preguntarme: ¿Porqué aquí? ¿Porqué a ellos? Porqué...

Estaba medio adormilada, cuando una azafata se disponía a servir la cena. - ¡Son las cinco de la mañana y nos estamos comiendo un solomillo!. - me decía Quique entre risas. Tras la ingesta, me tumbé en mi asiento y cerré los ojos. Faltaban más de 9 horas para aterrizar en Madrid y yo seguía entre las nubes, soñando con aquellos colores, con aquel verde, aquel olor...

martes, agosto 05, 2008

DAN ABNORMAL

Esta mañana cuando salí de casa el autobús no se me escapó, logré no pasar excesivo calor cuando ascendía por la Gran Vía camino al trabajo y, lo mejor de todo, conseguí subir sola seis pisos en un ascensor claustrofóbico sin quedarme parada. Pero la gran noticia de hoy la he encontrado ojeando el diario EL PAIS y, para mi grata sorpresa tenía nombre propio: Damon Albarn.


Supe de su música y de su buen hacer cuando era una adolescente y desde entonces no he dejado de sentirme cautivada por ese hombre de ojos azules, cara de pillo y sonrisa turbadora. Hay muchas maneras de conocer los diferentes estilos de música; unos nos los muestran nuestros amigos, otros la familia, el novio... Pero el grupo que realmente descubrimos por nosotros mismos, ese es el nuestro. La música, al fin y al cabo, es como el amor, sólo puede ser experimentada en la propia alma. En mi caso quedé prendada por el brit-pop rebelde y poético de Albarn a través de una emisora de habla inglesa que emitía desde Levante. Estaba en el salón de mi casa cuando el tema The Universal provocó que mandara callar a toda la familia. Al día siguiente convencí a mi madre para que me llevara a una tienda de discos a comprarme el álbum The Great Escape, me gasté 2.000 pesetas de las de entonces, lo que equivalía a mi paga semanal de un mes. Ese fue el comienzo de nuestra amistad.

No soy una persona que venere a sus ídolos, pero con el tiempo Mr. Albarn se ha ganado mi respeto. Lo que empezó siendo un flirteo adolescente con una estrella del pop en los 90, con el paso de los años se ha convertido en admiración. Su carrera comenzó tímida cuando se matriculó en el en una universidad de Londres, en Goldmisths. Era un alumno que pasaba inadvertido, escuchaba a Satie y al cual no le gustaba nada ir a clase. "Sólo iba para estar en el campus", reconocía en una entrevista publicada por el diario británico The Guardian. Allí, en uno de sus ratos tranquilos de lectura, poesía y café, se encontró con Graham Coxon. Se hicieron amigos y empezaron a tocar, juntos formaron el grupo The Circus. Luego se unió a ellos Alex James y con la incorporación de Dave Rothwee, la banda empezó a tocar como Seymour. Meses después nació en 1989 Blur, mi grupo favorito.

Escribir su historia es, de alguna manera, redactar la mia, ya que de una forma u otra hemos crecido de la mano. Las letras de Albarn pusieron banda sonora a mi vida: me enamoré con She´s so higth; me rompieron el corazón con To the end; me enfadaba con mi madre con Caramel, abordé la muerte de mi mejor amigo con No distance left to run y me iba de fiesta con Boys and Girls.

Tuve la ocasión de ver a Blur en directo dos veces, una durante una escapada a los Pirineos, en el Doctors Music Festival y otra en La Riviera, hace cuatro años. La primera fue la más especial, porque en medio de todo ese festival logré coincidir con Albarn en la barra de un puesto. Él estaba rodeado de guardias y yo invadida por los nervios. Le miré inquieta, me miró atribulado y, tras recoger mi Coca Cola, intenté acercarme a él. Un guardaespaldas me intentó apartar y Albarn hizo un gesto para que me dejara en paz. "You ´re so great. I love your music, your music allways goes with me"- le dije tartamudeando. "If my music goes with you, you also go with me", contestó Albarn antes de irse. Entonces yo tenía 14 años y me había escapado sin permiso a un festival al cual tenían prohibida la entrada los menores de 18 años.

Hasta 2006 Blur publicó siete álbumes, de los cuales cinco de ellos fueron número uno en UK. Llevan dos años sin sacar un sólo disco, pero a diferencia de los demás miembros del grupo (algunos como Alex James se dedican a la venta de quesos), Albarn ha logrado reinventarse a sus cuarenta y tantos, seguir componiendo y trabajar en proyectos como Gorilaz o The good, the bad an de the queen. Lo último que sé de él es la noticia que hoy me llenaba de alegría: va a lanzar la música de Monkey: Journey to the west, una opera con raices chinas.

Hoy quiero, desde mi rinconcito de Madrid, dedicarle unas palabras a Damon Albarn, Dan Abnormal, como él mismo se autodefinía en una de sus canciones. Ese tipo tímido que le gusta verse sin ser visto, el que dijo "no" a las drogas, el que se manifestó contra la guerra de Irak, el dueño del bar Kaffibarinn en Reykjavik (Islandia), el vegetariano, el padre de Missy, el fanático del Chelsea y el tipo capaz de componer las canciones que me llegan, esas que solo soy capaz de compartir con el que sabe apreciarlas. Your music allways goes with me, forever and ever Mr. Albarn.

martes, julio 29, 2008

NO ESTES TRISTE

¡Prueba a surcar ríos, aunque el agua solo llegue a tus rodillas o te cubra y esté fría... Verás que hay mar. (Saldremos a la lluvia. No estés triste. Manolo García)

Si algo tienen en común todos mis amigos es que todos, absolutamente todos, son unos luchadores. A Fran, no recuerdo cómo le conocí, pero lo que sí puedo asegurarles es que fue en una de las etapas más felices de mi vida. Fue hace unos años haciendo practicas. Y, actualmente, tengo la suerte de compartir mis días, las rutinas y las noticias con él, mi amigo Fran, mi querido amigo.

Hoy quiero rendirle un pequeño homenaje a la persona que desde hace tiempo sabe lo que quiere y lo consigue. Al chico independiente, al cauto, al indeciso, al que vive en el barrio con su abuela, al que sueña entre las nubes con su chica ideal y al que pelea por los que quiere. Contar tu guerra es hablar de la mia.

Ojalá nunca vuelva a encontrarte con la mirada perdida en la nada tras la tibia luz transparente que separa tu mundo del mio. Ojalá tu música siempre suene y que yo esté a tu lado para escucharla. Ojalá siga caminando a tu lado, recta, serena y decidida, sin empujar jamás a nadie, tal y como tú me enseñaste. Ojalá todas las mañanas sean como las de hoy y que nunca, nunca jamás estés triste.

lunes, julio 21, 2008

SE LO QUE HICISTEIS...
El verano es una época de amores, desplantes, playa, sol, comilonas, aventuras, misterio y, porqué no, miedo. El pasado sábado pasé el día junto al mar en compañía de Eva, la pequeña Alba, Juandi, Garci y Alex. Estuvimos en San Juan (Alicante) tostándonos y saltando olas.

Garci y yo nos sentamos en un sofá sobre las once de la noche, agotados. Nuestro descanso tuvo lugar en la residencia de verano de mi amigo Alex. El enorme casérón, dotado de piscina y comodidades, estaba situado en una urbanización a las afueras de la ciudad, escarpado en una colina, rodeado de matorrales, árboles y pedruscos; sin más comunicación a los alrededores que una carretera local que estaba a un 1 kilómetro de distancia. Por supuesto, no había cobertura.

Tras una ducha, encendimos el DVD para ver La residencia, la opera prima de Chicho Ibáñez Serrador, un film digno de ser visto por cualquiera que adore el cine de terror. La película narraba la historia de un grupo de chicas que viven en un internado, las cuales, sin saberlo, habitan en compañía del más absoluto de los psicópatas. Entre navajazos y yugulares atravesadas con cuchillos, pasamos la velada. A la una de la madrugada, nada más terminar el filme, comenzó a aullar un perro lobo fuera de la casa y Garci, ante la lúgubre situación, decidió irse a su piso a dormir.

Allí quedamos Alex y la que escribe, incomunicados entre sombras, pensando que un señor cualquiera podría aparecer por la ventana con crueles intenciones. Dormimos en la misma habitación, en camas contiguas, para darnos apoyo y defendernos de nuestro miedo o de lo que se terciara. Afuera seguían aullando los animales de la noche.

No podíamos conciliar el sueño, la situación era de pesadilla y, encima, tampoco teníamos coche para bajar al pueblo. "¿Y si aparece un psico-killer? Es verano... ¿Y si nos atracan?", nos preguntábamos sin cesar.

Cuando estábamos a punto de dormir, y nuestro miedo prácticamente estaba disipado, sonó el pomo de la puerta. Alguien estaba intentando abrir la puerta y a Alex y a mi se nos puso la cara del color de la pared. Les diré que en ese momento mi estómago se desplazó a mi garganta. Alex salió disparado hacia el salón y yo me hice con un par de pedruscos que había en la colección de minerales de la habitación. Estábamos preparados para lo peor cuando tras la puerta encontramos a los padres de Alex, se habían ido de boda y querían dormir fresquitos en la finca.

Nada más verles, sonreimos. Ellos no sabían lo que habíamos hecho horas antes, tampoco lo que estábamos pensando.


jueves, julio 17, 2008

UNA TARDE DE VERANO

No se imaginan lo que me ha cambiado la vida en un mes. Desde que tengo tiempo para mi y mis cosas, me siento infinitamente mejor. Ayer por la tarde estuve paseando con mi amigo Lorenzo por el Retiro. Fui a buscarle a eso de las siete de la tarde a su casa y, para mi sorpresa, me encontré con que había escuchado mis audios de la radio. Nada más cruzar el umbral de la puerta me invitó a sentarme en el sofá azul, me ofreció una Coca- Cola y, mientras él se ponía los cascos en las orejas, la que escribe intentaba sorber burbujas a la velocidad del rayo.

-Están bien, Sara, pero pueden estar mejor. No me mire así jovencita, le faltan años. Dése tiempo. Me gusta volver a verla así de contenta, pero sobre todo, me gusta volver a verla- me dijo mientras sonreía. Me gusta ir a visitar a Lorenzo porque su casa me recuerda a un museo audiovisual escarpado entre las nubes del cielo madrileño.

Estuvimos paseando por el Retiro, charlando sobre la tele, la radio, los medios, los libros, los amigos, las vaciones y mil asuntos más. Lorenzo siempre dice que es feliz aquel que es capaz de disfrutar de los pequeños momentos que ofrece la vida a diario. Antes en mi anterior etapa profesional, apenas tenía tiempo de verme a mi misma, ahora, tras tardes como la de ayer, me he dado cuenta de que ya puedo ver a los demás.

martes, julio 15, 2008

RADIO, RECUERDOS, ILUSIONES Y... VIDA

Llevo un mes trabajando en la radio y, si les digo la verdad, estoy contenta. Llevaba tiempo sin sentir la compañía del micro, ese aparato extraño al que de manera interrumpida llevo viendole la cara desde que tenía 8 años. Recuerdo la primera vez que me puse delante de uno... Fue en una emisora venida a menos en Madrid. El presentador hacía entrevistas a niños que querían ser locutores y, entre ellos, estaba yo.
Ahora, que la profesión me da una segunda, más bien una tercera oportunidad; después de operarme de nódulos, sufrir agobios económicos para pagar foniatras y, ante todo, dejar de fumar como un carretero, quiero disfrutar de las noticias y del día a día en el medio que me cautivó cuando era tan solo una niña. Voy a vivir o, por lo menos, voy a intentarlo.

domingo, junio 22, 2008

LLEGÓ EL VERANO

Hoy ha comenzado el verano y estoy como unas castañuelas. Me cuesta reconocerlo, pero soy una de esas españolas que no pueden vivir sin sol. Adoro el calor, bajar a la piscina con EL, leer libros a la sombra y comer helados. Estoy contenta, con la llegada de las altas temperaturas han aparecido nuevas cosas en mi vida, entre ellas mi trabajo. Cauta, humilde e ilusionada asciendo por mi querida Gran Vía todas las mañanas para aterrizar en un estudio de radio. Todavía es pronto para hacer evaluaciones, pero solo puedo decirles que entre esas cuatro paredes he vuelto a sentirme bien y a tener ganas de contarle cosas al mundo.

El viernes pasado fue mi primer día serio en antena y, más allá de presentaciones y protocolos, fui feliz. Cuando comencé a hacer la entrevista, que versaba sobre los refugiados en Yemen, estaba nerviosa; después el nudo en el estómago se fue quitando y la magia llegó sin más. Conseguí implicarme en la historia que me contaba otra persona que me hablaba desde Oriente Próximo. Al terminar miré a Frans, uno de mis mejores amigos y el técnico del programa, e intenté hacerle partícipe de lo sucedido.

Me siento bien después de mucho tiempo, pero la radio no ha sido la única artífice de esta mejoría. La presencia de Eva en Madrid ha hecho que las noches en la capital vuelvan a vestirse de glamour y risas. El viernes estuvimos tomando cócktekes (Cosmopolitans, por supuesto) en José Alfredo, después estuvimos bailando por Huertas, para acabar en La Pirámide, un local donde el abueleo más selecto (los que superamos la barrera de los 25) se daba cita para cantar canciones de los 80. Fue un puntazo acabar la velada entonando Boys don´t cry de The Cure.

Más allá del sol, la radio, la Gran Vía y los Cosmopolitans, si no hay amigos con quien compartirlos nada de todo esto tiene el mismo encanto, ni el mismo sabor.

viernes, mayo 30, 2008

CARTA A MIS AMIGOS (Cuando cierro los ojos)

Queridos amigos:

Hoy me han dado el alta. Cuando me he sentado delante de esta pantalla, después de pasar tantos meses sin escribir, he querido que las primeras palabras sean para vosotros. Ha sido un tiempo de crisis que ha producido un cambio en mi, que me ha abierto los ojos ante una realidad que no he querido ver durante mucho tiempo.

Más allá del dolor, del collarín, los mareos y las pastillas, llega un día en el que te das cuenta de que la vida es un conjunto de instantes insignificantes que hacen que el paso del tiempo merezca la pena. Hubo un momento en el que creí perder el control del reloj que limita mis segundos; por suerte, lo recuperé.

He descubierto que no me quieren algunas personas que pensé que me querían. La carrera de la vida convierte a mucha gente en seres egoístas que solo piensan en "llegar a ser" y no en "ser". Hay personas que aprovechan la caída de un compañero para pasar por delante de él o directamente saltarle por encima cuando se ha caido en medio de la competición, con una única intención: ganar, ser el primero. Muy pocos cuando tropiezas están ahí para decirte: "Levántate y anda". Así es el duro mundo laboral, esa interminable carrera para unos; el deseo canalla para otros y la ambición frustrada para otros tantos. Yo me desmarco de todo eso. Lo malo que tiene estar parado físicamente es que tu cabeza no para de moverse y, en estos meses he analizado los porqués que me llevaron a dedicarme a la profesión más maravillosa del mundo. He llegado a la siguiente conclusión: No quiero que las historias de otros escriban la mia.

Por eso me siento hoy ante la extensión de mis manos para hablaros de la parte más bonita de mi, esa que me saca adelante en los malos momentos, la que me empapa de alegría el alma, la más sincera y de la que estoy profundamente orgullosa. Hay sentimientos que no se pueden traducir, se sienten o no se sienten, del que hablo es desinteresado y se manifiesta a través de una generosa empatía. Llevo muchos meses sin escribiros y hoy quiero que allá donde os encontréis os llegue esta carta enviada desde ninguna parte a cada uno de vosotros, mis queridos amigos.

El diccionario de la RAE se me queda corto para describir vuestro papel protagonista en la historia de mi vida. Si algo me hace feliz es cerrar los ojos y veros como os veo a cada uno: Me gusta ver a Eva y a Alba, su niña pequeña, subidas en un columpio. Me gusta verlas crecer juntas. Estoy muy orgullosa de ambas. Eva es honesta, valiente y camina despacio. Adoro sus pasos porque sin ella saberlo es dueña de una gran carrera. Quiero verla siempre soñando con banda sonora. Quiero que haga lo que haga sea feliz y sea ella: la actriz de mi película preferida; la que pinta con acuarelas sus sueños y crea magia a través de imágenes.

Cuando cierro los ojos también veo a Alex. Me gusta porque su voz a medida que pasa el tiempo suena más cálida. Quiero que luches por ti, porque tú más que nadie sabes que nunca estarás solo.Quiero que sigas gritando, que no pares, porque te están escuchando. Levanta la voz y mira al cielo. Quiero que tus historias, esas que llenan tus días, te sirvan para conocerte y descubrir que en tu silencio también habita el mio.

Cuando cierro los ojos me gusta ver a John. Me gusta como me sonrie a través del teléfono. Me gusta su mirada, porque gracias a ella no necesito hablar. Quiero que la línea indivisible y transparente que nos une te proporcione siempre todo el amor que tengo para tí más allá de las olas. Quiero que nunca dejes de desplegar tus alas al viento para ser cada día un poco más libre siendo fiel a ti mismo. Quiero que escribas, borres y emborrones. El resultado sabes que será un gran libro.

Cuando cierro los ojos veo a Franchu. Me gusta cuando camina, porque sabe hacerlo solo. Quiero que encuentres las respuestas a tus preguntas y que en medio del ruido escuches música. Quiero que flotes en la nube de un cielo imaginario, que lleves la magia a través del sonido a todos aquellos que sean capaces de percibirla. Quiero que más allá de la sombra encuentres esa cálida luz que te haga descubrir todos los porqués que tanto has buscado.

Cuando cierro los ojos veo a Garci. Me gusta porque sabe vivir y disfrutar lo que vive.Quiero que siempre saborees las mieles de lo desconocido, que rompas tus barreras y que navegues en el mar más transparente que exista. Quiero que sigas siendo rebelde porque sólo así nunca lograrás aburrirte.

Cuando cierro los ojos también veo a Javi. Me gustan sus manos. Quiero que siempre sea capaz de guardar una parcela en su vida para sus sueños no catódicos. Quiero que desee brillar fuera del cielo.

También vislumbro a Luisen. Cuando cierro los ojos le escucho en mi cuarto con nostalgia adolescente. Quiero que sea feliz y que sepa hallarse a sí mismo en medio de una habitación en la que no existen espejos. Quiero que nunca deje de encontrarse.

Cuando cierro los ojos también le veo a EL. Me gusta como me mira. Quiero que sigas jugando entre héroes de tinta china. Quiero que siempre me mires como me miras porque son tus ojos a través de los que veo yo. Quiero despertar y ver que nuestro sueño es real. Quiero que sigas soñando a mi lado.

Queridos amigos, hoy me han dado el alta. Quería daros las gracias por tantas cosas... Y pediros perdón por todas las demás. Sin vosotros nada de lo que pasa valdría la pena.

Un beso.


Sara

Pd: Dani, aunque materialmente no estés, ellos son la prueba de que nunca me dejaste sola. Para ti mis últimas palabras, esas que siempre escribo entre lágrimas porque tu ausencia abismal me va a doler eternamente. Para ti lo mejor de cada uno de mis amaneceres.



viernes, enero 04, 2008

YA ERA HORA

Todo cambio es una amenaza para la estabilidad. Empiezo 2008 dando vueltas, recién llegada de Albacete y con un par de kilos de más en mi voluptuoso trasero. La vida, queridos lectores, es increíble ayer me acosté pensando en un mañana incierto y cuando llega ese ansiado mañana y cuando menos me lo esperaba mi vida pega un giro de 180º.

En menos de tres horas he pasado de ser una trabajadora precaria -de esas que tienen contratos de uno, dos y tres meses- ha ser una currante del primer periódico económico de España, indefinida y con un sueldo decente que supera los 1.000 euros. Queridos lectores: NO ME LO PUEDO CREER. He amanecido en mi sillita, paseado por un par de despachos, hablado con jefes y todo... ¿Para que? Para acabar moviendo mis cosas a otra mesa y acabar en estado de shok mirando al horizonte.

Las reacciones al conocer mi cambio de situación han sido de todo tipo: -¡Ya vas a tener vacaciones pagadas!- decián unos. -¡ Pagas extra!- exclamaban otros. - ¡Y hasta días libres! - apostillaban también mis compañeros. Y mientras todo eso sucedía a mi alrededor la que escribe solo pensaba en el pasado, en los más de 200 artículos publicados, en ELLA, mi querida maestra, compañera y amiga, esa que siempre creyó en mi. No he podido evitar acordarme también de mis vaivenes financieros, de la radio, la universidad, los malos horarios, el sacrificio y demás sofocos.


Han tenido que pasar 4 años, más de una docena de contratos basura, miles de historias por mis manos en forma de líneas, muchos disgustos y, tal vez, demasiado esfuerzo, para firmar un papel que me hace redactora oficial de una cabecera. Ya ven, se confirma mi tería, el periodismo es una carrera de resistencia en la que no gana el más rápido, ni el que mejor corre, si no el que tiene más capacidad de aguante. ¿Quién dijo que esto era fácil? Empiezo el miércoles. Ya les contaré lo qué se siente al firmar ese documento. Todo está por ver. Espero que el cambio sea para bien y ser capaz de responder al reto que se me presenta en este nuevo año... Como dice EL: Ya se verá.