martes, diciembre 30, 2008

"MARE, YO ME VOY AL MUNDO"

"Mare, yo me voy al mundo. No sé cuándo volveré. Llevo mi ropita al hombro y muchas cosas que aprender... Soy el hijo de la noche y no tengo horizontes. Ni metas que alcanzar. Soy testigo de la luna y toda mi fortuna la tengo en mi cantar... Tengo el alma errante, llevo en el semblante una vocación Músico de calle. No te asustes mare voy en paz con Dios". Me voy al mundo. El Barrio.

Ya lo decía El Barrio en una canción: "Mare, yo me voy al mundo. No sé cuando volveré". Si hay una frase que resuma lo que ha sido para mi este 2008 es esa que le dije a mi madre cuando decidí abandonar mi antiguo trabajo. Fue una decisión que tomé tras pasar -literalmente- mucho dolor. ¿Nunca han sentido que deben dar carpetazo a una etapa de su vida? Yo lo hice tras conseguir llegar donde me proponía: ser redactora de plantilla de un periódico nacional importante. A principios de este 2008 que termina logré ese objetivo que venía persiguiendo años, concretamente desde que aterricé en aquella redacción siendo una pequeña e insignificante becaria. Pagué un precio demasiado caro para los placeres que obtuve a cambio.

Así me fui de aquel pequeño mundo en el que viví cuatro años junto con mucha gente buena y, porque no, mala también. Un mundo que despertaba ponzoñoso a las 10 de la mañana y se apagaba agotado repetidamente a las once de la noche. Con la maleta a cuestas, con muchos recuerdos, con mis ilusiones e intentando mirar lo menos posible hacia atrás partí hacia una nueva aventura.

Y a partir de aquí en adelante empiezo a describirles lo que fue realmente mi año 2008, un año en el que he viajado a Colombia, a Londres y en el que también he pasado tiempo en mi querido Alicante. 2008 me trajo la oportunidad de vibrar con The Police en concierto; de escuchar a Juanes y ver a Mónica Naranjo en el Palacio de los Deportes.

Este año he paseado muchísimo por Madrid y tomado cafés en el Antik con personas a las que me apetecía dar un abrazo. He vuelto a recibir clases de inglés, a comer en mi casa, aprobé el examen teórico de conducir y he leido una media de un libro cada diez días.

Pero nada de todo esto que les estoy contando sería como es si no fuera por las personas que me acompañaron en cada uno de esos momentos: EL, mis amigos y, por supuesto, mi familia. Esos a los que tanto quiero y que de vez en cuando me recuerdan que la vida es mucho más que un conjunto de palabras.

En 2008 ha habido muchas noticias, algunas, para bien o para mal de los que me oyen a través del infinito, se las ha contado la que escribe. Algo que diariamente tengo que reconocerles me llena de satisfacción.

Faltan menos de 24 horas para decirle adiós a 2008 y yo me quedo con una noticia, con la que ha marcado mi año que empezó cuando le dije a mi madre: "Mare, yo me voy al mundo. No sé cuando volveré".

Ya llega 2009, con la crisis, el bebé de Eva, el parto inminente de Celia, mi examen práctico de conducir, la visita de John, las películas de Alex, los viajes con EL, los tés con Gaby, los paseos con Fran, las charlas con Javi, la playa con Alba, las competiciones de motos con mi ahijado, los conciertos con mi tio Fer, las tiendas con mi madre, las tardes con mis abuelos, los almuerzos con Marivi, Jesús, Lorenzo y Luismi y, por supuesto, la fiesta de Nochevieja en Albacete junto a mis amigos.

"2009 puede ser TU AÑO", me decía en un e-mail un compañaro de trabajo. Yo la verdad espero seguir caminando como hasta ahora,viviendo despacito, con mi gente y que este nuevo año sea para todos un nuevo punto de partida. Feliz 2009.






martes, diciembre 23, 2008

EL GORDO DE NAVIDAD

Me enteré de que mi amiga Eva volvería a ser madre mientras hacía guardia en la puerta de un despacho de la calle Serrano para buscar a un tipo de dudosa reputación financiera. Era una mañana gélida de 15 de diciembre cuando Madrid lucía en su cielo nubes bajas y plomizas, los coches ya empezaban a escasear a causa de las vacaciones y el caso Madoff alcanzaba su nivel de máximo apogeo en las portadas de los principales diarios.

Y allí estaba yo, en la puerta de un despacho donde no querían recibirme, descuadrada y muerta de frío cuando escuché la voz de Eva a través del móvil: "Confirmado. Estoy embarazada", me dijo repleta de satisfacción. "Enhorabuena", la contesté. Tuve que colgarla porque debía continuar al acecho de mi personaje corrupto, pero mientras caminaba de vuelta a la radio me vinieron muchas imágenes a la cabeza, algunas se remontaban a cuando conocí a Eva hace ya unos cuantos años: Ella, siempre en aquella pequeña tele encerrada en una sala de postproducción (el que era su pequeño cubito) ataviada con aquella sudadera color grosella, sus zapatillas y sus vaqueros medio rotos. Cuando la vi en medio de toda la redacción, en la que sobraban polos de Ralph Lauren color rosa palo, algo me dijo que sería importante en mi vida.

El recuerdo de la primera vez en que nuestras vidas se cruzaron, unido a la sonrisa de la pequeña Alba y aquellos juegos junto al mar en verano, me acompañaron hasta mi regreso al trabajo junto con una enorme sensación de plenitud que se reafirmó el sábado cuando otra de mis queridas amigas, Celia, me confirmó también su estado de buena esperanza. Ella es otra luchadora que, al igual que Eva, ha decidido acompañarme en la aventura de la vida.

Ya ven, la natalidad no entiende de crisis, como tampoco la felicidad entiende de dinero.

Últimamente me siento bien, quedo con mis amigos, paseo con mi compadre Fran al salir de la radio, me rio con EL en casa y con el loco de nuestro perro; y, lo más importante de todo, cuido de los mios. Cuando se celebró ayer el sorteo de la Lotería de Navidad, por primera vez en mi vida, me tocaron 20 euros que jugaba a medias con Fran. Me puse muy contenta, miré a mi alrededor y pensé en mi gente: Sin darme cuenta, me había tocado "El Gordo".