domingo, junio 22, 2008

LLEGÓ EL VERANO

Hoy ha comenzado el verano y estoy como unas castañuelas. Me cuesta reconocerlo, pero soy una de esas españolas que no pueden vivir sin sol. Adoro el calor, bajar a la piscina con EL, leer libros a la sombra y comer helados. Estoy contenta, con la llegada de las altas temperaturas han aparecido nuevas cosas en mi vida, entre ellas mi trabajo. Cauta, humilde e ilusionada asciendo por mi querida Gran Vía todas las mañanas para aterrizar en un estudio de radio. Todavía es pronto para hacer evaluaciones, pero solo puedo decirles que entre esas cuatro paredes he vuelto a sentirme bien y a tener ganas de contarle cosas al mundo.

El viernes pasado fue mi primer día serio en antena y, más allá de presentaciones y protocolos, fui feliz. Cuando comencé a hacer la entrevista, que versaba sobre los refugiados en Yemen, estaba nerviosa; después el nudo en el estómago se fue quitando y la magia llegó sin más. Conseguí implicarme en la historia que me contaba otra persona que me hablaba desde Oriente Próximo. Al terminar miré a Frans, uno de mis mejores amigos y el técnico del programa, e intenté hacerle partícipe de lo sucedido.

Me siento bien después de mucho tiempo, pero la radio no ha sido la única artífice de esta mejoría. La presencia de Eva en Madrid ha hecho que las noches en la capital vuelvan a vestirse de glamour y risas. El viernes estuvimos tomando cócktekes (Cosmopolitans, por supuesto) en José Alfredo, después estuvimos bailando por Huertas, para acabar en La Pirámide, un local donde el abueleo más selecto (los que superamos la barrera de los 25) se daba cita para cantar canciones de los 80. Fue un puntazo acabar la velada entonando Boys don´t cry de The Cure.

Más allá del sol, la radio, la Gran Vía y los Cosmopolitans, si no hay amigos con quien compartirlos nada de todo esto tiene el mismo encanto, ni el mismo sabor.