sábado, abril 29, 2006

ARDER O DURAR
Desde que me desprendí de mi Moleskine nada ha vuelto a ser lo mismo. El reloj de mi cuarto marca las cinco y veinte minutos de la tarde, hace mucho sol, pero no me apetece salir. Enciendo el ordenador para escuchar por enésima vez "La chispa adecuada", esa mítica cancion de uno de mis grupos favoritos: Héroes del Silencio. Me recreo en la melodía suave, en su mensaje desgarrador e instintivo... Mientras hacía esto, mi amigo Marius en una de nuestras múltiples y taciturnas ciberconversaciones me ha animado a crear este blog para contaros todo lo que se me pasa por la cabeza y dejar de hablar tanto...
Escucho de fondo la voz de Bunbury, y no puedo parar de preguntarme: ¿Donde está la chispa adecuada? Lo que sí es cierto es que todo lo que arde empieza por una pequeña chispita. El ejemplo más gráfico es el de las Fallas. La primera vez que vi una me quedé impresionada. Todo comienza por la chispa en un lateral discreto, después empieza a crecer y la chispa se convierte en llama. La estatua, que tanto trabajo e ilusiones llevaba encima, arde en toda su magnitud para luego quemarse y quedar reducida a cenizas. ¿Realmente existe algún secreto para mantener la llama que enciende todo?
La pasión llena la vida de las personas, nos hace vivir al límite, que al respirar notemos como el aire penetra de golpe por nuestros pulmones... Arder es no saber donde despertarás mañana, ni con quién, es beber, un ir y venir constante que ahuyenta la monotonía. Arder no tiene normas, ni reglas. Pero tiene un peligro, que como en las fallas, te puedes quemar. Creo que en estas ocasiones lo mejor es durar. Mantener la llama a base de berber la vida a sorbitos pequeños, saboreando cada gota, pero sin llegar a emborracharse o hacerlo de ver en cuando, no por sistema. Durar es lo mejor cuando la estabilidad se compatibiliza con ilusión y pasión, sino puede llevar a la rutina.
Arder o durar... La primera es más fácil y parece más atractiva; la segunda conlleva un esfuerzo: Solo pueden durar los que aprenden del arder. Yo sólo sé que hasta hace cuatro días me dolía el pecho al respirar, siempre tenía prisa, andaba con mucho ruido y confundía lo importante con lo urgente. Ahora noto como el aire invade mi cuerpo de otro modo: más limpio. Lo mejor de todo es que siento como cada día una llamita va creciendo poco a poco dentro del alma. Es maravillosa y me he dado cuenta de que quiero mantenerla, deseo cuidarla y que dure.
La chispa adecuada... ¿Donde estará? Sinceramente, creo que todo empieza en uno mismo.