martes, julio 29, 2008

NO ESTES TRISTE

¡Prueba a surcar ríos, aunque el agua solo llegue a tus rodillas o te cubra y esté fría... Verás que hay mar. (Saldremos a la lluvia. No estés triste. Manolo García)

Si algo tienen en común todos mis amigos es que todos, absolutamente todos, son unos luchadores. A Fran, no recuerdo cómo le conocí, pero lo que sí puedo asegurarles es que fue en una de las etapas más felices de mi vida. Fue hace unos años haciendo practicas. Y, actualmente, tengo la suerte de compartir mis días, las rutinas y las noticias con él, mi amigo Fran, mi querido amigo.

Hoy quiero rendirle un pequeño homenaje a la persona que desde hace tiempo sabe lo que quiere y lo consigue. Al chico independiente, al cauto, al indeciso, al que vive en el barrio con su abuela, al que sueña entre las nubes con su chica ideal y al que pelea por los que quiere. Contar tu guerra es hablar de la mia.

Ojalá nunca vuelva a encontrarte con la mirada perdida en la nada tras la tibia luz transparente que separa tu mundo del mio. Ojalá tu música siempre suene y que yo esté a tu lado para escucharla. Ojalá siga caminando a tu lado, recta, serena y decidida, sin empujar jamás a nadie, tal y como tú me enseñaste. Ojalá todas las mañanas sean como las de hoy y que nunca, nunca jamás estés triste.

lunes, julio 21, 2008

SE LO QUE HICISTEIS...
El verano es una época de amores, desplantes, playa, sol, comilonas, aventuras, misterio y, porqué no, miedo. El pasado sábado pasé el día junto al mar en compañía de Eva, la pequeña Alba, Juandi, Garci y Alex. Estuvimos en San Juan (Alicante) tostándonos y saltando olas.

Garci y yo nos sentamos en un sofá sobre las once de la noche, agotados. Nuestro descanso tuvo lugar en la residencia de verano de mi amigo Alex. El enorme casérón, dotado de piscina y comodidades, estaba situado en una urbanización a las afueras de la ciudad, escarpado en una colina, rodeado de matorrales, árboles y pedruscos; sin más comunicación a los alrededores que una carretera local que estaba a un 1 kilómetro de distancia. Por supuesto, no había cobertura.

Tras una ducha, encendimos el DVD para ver La residencia, la opera prima de Chicho Ibáñez Serrador, un film digno de ser visto por cualquiera que adore el cine de terror. La película narraba la historia de un grupo de chicas que viven en un internado, las cuales, sin saberlo, habitan en compañía del más absoluto de los psicópatas. Entre navajazos y yugulares atravesadas con cuchillos, pasamos la velada. A la una de la madrugada, nada más terminar el filme, comenzó a aullar un perro lobo fuera de la casa y Garci, ante la lúgubre situación, decidió irse a su piso a dormir.

Allí quedamos Alex y la que escribe, incomunicados entre sombras, pensando que un señor cualquiera podría aparecer por la ventana con crueles intenciones. Dormimos en la misma habitación, en camas contiguas, para darnos apoyo y defendernos de nuestro miedo o de lo que se terciara. Afuera seguían aullando los animales de la noche.

No podíamos conciliar el sueño, la situación era de pesadilla y, encima, tampoco teníamos coche para bajar al pueblo. "¿Y si aparece un psico-killer? Es verano... ¿Y si nos atracan?", nos preguntábamos sin cesar.

Cuando estábamos a punto de dormir, y nuestro miedo prácticamente estaba disipado, sonó el pomo de la puerta. Alguien estaba intentando abrir la puerta y a Alex y a mi se nos puso la cara del color de la pared. Les diré que en ese momento mi estómago se desplazó a mi garganta. Alex salió disparado hacia el salón y yo me hice con un par de pedruscos que había en la colección de minerales de la habitación. Estábamos preparados para lo peor cuando tras la puerta encontramos a los padres de Alex, se habían ido de boda y querían dormir fresquitos en la finca.

Nada más verles, sonreimos. Ellos no sabían lo que habíamos hecho horas antes, tampoco lo que estábamos pensando.


jueves, julio 17, 2008

UNA TARDE DE VERANO

No se imaginan lo que me ha cambiado la vida en un mes. Desde que tengo tiempo para mi y mis cosas, me siento infinitamente mejor. Ayer por la tarde estuve paseando con mi amigo Lorenzo por el Retiro. Fui a buscarle a eso de las siete de la tarde a su casa y, para mi sorpresa, me encontré con que había escuchado mis audios de la radio. Nada más cruzar el umbral de la puerta me invitó a sentarme en el sofá azul, me ofreció una Coca- Cola y, mientras él se ponía los cascos en las orejas, la que escribe intentaba sorber burbujas a la velocidad del rayo.

-Están bien, Sara, pero pueden estar mejor. No me mire así jovencita, le faltan años. Dése tiempo. Me gusta volver a verla así de contenta, pero sobre todo, me gusta volver a verla- me dijo mientras sonreía. Me gusta ir a visitar a Lorenzo porque su casa me recuerda a un museo audiovisual escarpado entre las nubes del cielo madrileño.

Estuvimos paseando por el Retiro, charlando sobre la tele, la radio, los medios, los libros, los amigos, las vaciones y mil asuntos más. Lorenzo siempre dice que es feliz aquel que es capaz de disfrutar de los pequeños momentos que ofrece la vida a diario. Antes en mi anterior etapa profesional, apenas tenía tiempo de verme a mi misma, ahora, tras tardes como la de ayer, me he dado cuenta de que ya puedo ver a los demás.

martes, julio 15, 2008

RADIO, RECUERDOS, ILUSIONES Y... VIDA

Llevo un mes trabajando en la radio y, si les digo la verdad, estoy contenta. Llevaba tiempo sin sentir la compañía del micro, ese aparato extraño al que de manera interrumpida llevo viendole la cara desde que tenía 8 años. Recuerdo la primera vez que me puse delante de uno... Fue en una emisora venida a menos en Madrid. El presentador hacía entrevistas a niños que querían ser locutores y, entre ellos, estaba yo.
Ahora, que la profesión me da una segunda, más bien una tercera oportunidad; después de operarme de nódulos, sufrir agobios económicos para pagar foniatras y, ante todo, dejar de fumar como un carretero, quiero disfrutar de las noticias y del día a día en el medio que me cautivó cuando era tan solo una niña. Voy a vivir o, por lo menos, voy a intentarlo.