martes, agosto 05, 2008

DAN ABNORMAL

Esta mañana cuando salí de casa el autobús no se me escapó, logré no pasar excesivo calor cuando ascendía por la Gran Vía camino al trabajo y, lo mejor de todo, conseguí subir sola seis pisos en un ascensor claustrofóbico sin quedarme parada. Pero la gran noticia de hoy la he encontrado ojeando el diario EL PAIS y, para mi grata sorpresa tenía nombre propio: Damon Albarn.


Supe de su música y de su buen hacer cuando era una adolescente y desde entonces no he dejado de sentirme cautivada por ese hombre de ojos azules, cara de pillo y sonrisa turbadora. Hay muchas maneras de conocer los diferentes estilos de música; unos nos los muestran nuestros amigos, otros la familia, el novio... Pero el grupo que realmente descubrimos por nosotros mismos, ese es el nuestro. La música, al fin y al cabo, es como el amor, sólo puede ser experimentada en la propia alma. En mi caso quedé prendada por el brit-pop rebelde y poético de Albarn a través de una emisora de habla inglesa que emitía desde Levante. Estaba en el salón de mi casa cuando el tema The Universal provocó que mandara callar a toda la familia. Al día siguiente convencí a mi madre para que me llevara a una tienda de discos a comprarme el álbum The Great Escape, me gasté 2.000 pesetas de las de entonces, lo que equivalía a mi paga semanal de un mes. Ese fue el comienzo de nuestra amistad.

No soy una persona que venere a sus ídolos, pero con el tiempo Mr. Albarn se ha ganado mi respeto. Lo que empezó siendo un flirteo adolescente con una estrella del pop en los 90, con el paso de los años se ha convertido en admiración. Su carrera comenzó tímida cuando se matriculó en el en una universidad de Londres, en Goldmisths. Era un alumno que pasaba inadvertido, escuchaba a Satie y al cual no le gustaba nada ir a clase. "Sólo iba para estar en el campus", reconocía en una entrevista publicada por el diario británico The Guardian. Allí, en uno de sus ratos tranquilos de lectura, poesía y café, se encontró con Graham Coxon. Se hicieron amigos y empezaron a tocar, juntos formaron el grupo The Circus. Luego se unió a ellos Alex James y con la incorporación de Dave Rothwee, la banda empezó a tocar como Seymour. Meses después nació en 1989 Blur, mi grupo favorito.

Escribir su historia es, de alguna manera, redactar la mia, ya que de una forma u otra hemos crecido de la mano. Las letras de Albarn pusieron banda sonora a mi vida: me enamoré con She´s so higth; me rompieron el corazón con To the end; me enfadaba con mi madre con Caramel, abordé la muerte de mi mejor amigo con No distance left to run y me iba de fiesta con Boys and Girls.

Tuve la ocasión de ver a Blur en directo dos veces, una durante una escapada a los Pirineos, en el Doctors Music Festival y otra en La Riviera, hace cuatro años. La primera fue la más especial, porque en medio de todo ese festival logré coincidir con Albarn en la barra de un puesto. Él estaba rodeado de guardias y yo invadida por los nervios. Le miré inquieta, me miró atribulado y, tras recoger mi Coca Cola, intenté acercarme a él. Un guardaespaldas me intentó apartar y Albarn hizo un gesto para que me dejara en paz. "You ´re so great. I love your music, your music allways goes with me"- le dije tartamudeando. "If my music goes with you, you also go with me", contestó Albarn antes de irse. Entonces yo tenía 14 años y me había escapado sin permiso a un festival al cual tenían prohibida la entrada los menores de 18 años.

Hasta 2006 Blur publicó siete álbumes, de los cuales cinco de ellos fueron número uno en UK. Llevan dos años sin sacar un sólo disco, pero a diferencia de los demás miembros del grupo (algunos como Alex James se dedican a la venta de quesos), Albarn ha logrado reinventarse a sus cuarenta y tantos, seguir componiendo y trabajar en proyectos como Gorilaz o The good, the bad an de the queen. Lo último que sé de él es la noticia que hoy me llenaba de alegría: va a lanzar la música de Monkey: Journey to the west, una opera con raices chinas.

Hoy quiero, desde mi rinconcito de Madrid, dedicarle unas palabras a Damon Albarn, Dan Abnormal, como él mismo se autodefinía en una de sus canciones. Ese tipo tímido que le gusta verse sin ser visto, el que dijo "no" a las drogas, el que se manifestó contra la guerra de Irak, el dueño del bar Kaffibarinn en Reykjavik (Islandia), el vegetariano, el padre de Missy, el fanático del Chelsea y el tipo capaz de componer las canciones que me llegan, esas que solo soy capaz de compartir con el que sabe apreciarlas. Your music allways goes with me, forever and ever Mr. Albarn.

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