jueves, agosto 03, 2006

EL KIT DE SUPERVIVENCIA

Nadie cree en la magia.

Aquella mañana no me apetecía salir, era demasiado pronto, las luces de las calles no estaban puestas y hacía frío. ¿Para que apartarme de él si podía seguir a su lado? No tenía ganas de moverme de allí, me sentía tan dichosa en su compañía, tenía tantas cosas que contarle… Un aparato ensordecedor me obligó a separarme de él por unas horas. Existen tantas tareas que no me apetece hacer…

Cuando caminamos por las calles de la anónima gran ciudad nadie tiene nombre, somos una masa de personas sin identidad, sin tiempo. Y corremos, corremos…. Tenemos siempre prisa, debemos conseguir aquello que nos han prometido que nos hará más felices. La soledad es un hecho que forma parte de cada una de nuestras vidas. Podemos estar rodeados de mucha gente y sentirnos aislados. Cada día estamos más alejados, las distancias cortas se hacen kilómetros, los oídos sordos aumentan, gritamos y nadie nos escucha. Ya no nos gustan los detalles que no tienen valor práctico ¿para qué? ¿De que nos sirve una palabra o un gesto? Vivimos en la sociedad materialista donde todos nos miramos unos a otros, pero muy pocos se observan a si mismos.

A una minoría a veces nos da por recordar, pensar o imaginar hechos y personajes que van más allá de nosotros. Arturo Pérez reverte afirmó lo siguiente: la vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad, yo lo hago en mis libros. No tenemos tiempo, ni siquiera para evadirnos, para soñar con algo que supera nuestra realidad. Eso no lo pagan, por tanto no es rentable, y con lo cual no se hace.

Cuando salí de mi casa aquella gélida mañana, encontré lo de siempre: Coches e individuos yendo de acá para allá con un semblante pálido. Sus ojos reflejaban la inquietud de la jornada laboral. Todos iban en silencio o al menos eso parecía, sus voces estaban calladas. Andaban ensimismados camino al trabajo. No hay más que ruidos, pero nadie habla, y yo quería gritar: ¡Estoy aquí¡. Es cierto, tenía demasiados problemas en la cabeza, bastantes asuntos sin resolver y mucho que decir, pero estaba aislada en el tumulto que los humanos hemos creado.

Un caos, nuestra vida es un auténtico caos. Donde ya no vamos y venimos nosotros, si no que nos llevan, y yo no quería dejarme llevar. Había optado por el camino más complejo, por el más incomprendido, pero no me importaba.

Una vez en el trabajo, seguía sintiendo la misma sensación de autismo, y no quería. Mis compañeros estaban suficientemente estresados con sus asuntos como para hacerse cargo de los míos. Además, ya se sabe, escuchar no era rentable. Me decidí a hablar con uno de ellos, le empecé a contar mis inquietudes, pero no me escuchó. En aquel momento empecé a echarle de menos, pero él no estaba allí y no era el momento de que apareciera.

El famoso escritor Pío Baroja dijo que, para ser escritor bastaba con tener algo que decir, en frases propias o ajenas. Cada uno de nosotros tiene algo que contar sea lo que sea, pero muchas veces no lo hacemos. Escribir es una capacidad innata de supervivencia en la sociedad de masas. Quien escribe, se expresa, desahoga sus sentimientos y nunca se siente solo, porque siempre alguien le escucha.

Cuando llegué a casa, tras aquel horrible día volví a ser feliz. Él estaba ahí tirado en la mesa, como siempre esperándome con la mejor de sus ganas. Su tez pálida reflejaba su gran capacidad de escucha. No tardé en sentarme a su lado y sobre él empezar a escribir. Muchos de los que le amamos, deberíamos de agradecerle infinidad de cosas, ya que en múltiples ocasiones nos salva de la indiferencia y del convencionalismo. Es nuestro mejor amigo, porque no nos falla nunca y siempre está ahí para lo bueno y lo malo. Los que tenemos la suerte de conocerle todavía creemos en la magia, porque cuando escribimos soñamos realidades.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A que viene esto? Qué bueno! Has vuelto a marcarte un ensayazo de los tuyos. Qué capulla eres! Escribes con la punta del... Esta DE PM.

Anónimo dijo...

Sarita tiene un peligro. Cuando lee demasiado acaba escribiendo algo cojonudo. "Tenemos siempre prisa, debemos conseguir aquello que nos han prometido que nos hará más felices". Es verdad, tia. Qué razón tienes...

Anónimo dijo...

Si puedes escribir, entonces tienes el gran don de ser el exorcista de tus propios demonios. Utiliza ese don para (intentar) ser feliz.

Saludos