jueves, julio 26, 2007

COMO UN GATO ANTE UNA LATA DE SARDINAS

Quiero que me vean cuando soy invisible. En algunos momentos de nuestra vida, todos necesitamos que alguien tenga fe en nosotros, pero es difícil que ocurra esto, cuando uno no es capaz de creer en si mismo. Esta mañana he acudido a una de tantas pruebas a las que me someto con la única intención de encontrar un trabajo que me guste. He salido harta, deseando volver al periódico. Nunca pensé que la mesa de redacción se convertiría en mi mejor aliada, pero esta tarde lo ha sido.

En determinadas ocasiones me siento como un gato que quiere abrir una lata de sardinas. Pone todos sus esfuerzos, lo intenta una y otra vez y, cuando por fin lo consigue, le salpica el aceite del pescado a la cara. Yo no he conseguido abrir mi particular lata, pero tengo que reconocerles, que en días como hoy se me quitan las ganas de continuar dando zarpazos para lograr mis objetivos. Estoy cansada de dar vueltas, de que me miren, me examinen y juzguen. Agotada de intentos fallidos.

Esta noche me despido desesperada como gata en celo. Maullando a solas desde un rincón de la ciudad ante una lata de sardinas sin abrir. ¿Llegaré a lograrlo? ¿Me saltará el aceite del pescado cuando retire la chapa? Para averiguarlo solo tengo que seguir intentándolo, aunque me cueste.




2 comentarios:

Nowhere Carlos dijo...

Bueno, bueno, bueno... No puede ser verdad lo que ven mis ojos. Sara dudando de que va a conseguir algo? Esta no es mi Sara.

Sé que lo conseguirás, porque siempre has conseguido todo lo que te has propuesto.

Y además en el fondo sabes que por un intento acertado valen la pena cien fallidos...

Has llegado a cien intentonas? Ese sería un buen momento para dejarlo. Mientras tanto, aguarda, aguanta, sabes que tu oportunidad está a la vuelta de cualquier esquina, como un ladrón que, en este caso, viene a devolvernos la cartera. Y a pedirnos perdón.

Sarah dijo...

Gracias Carlos, a veces va genial que alguien como tú, que me conoces muy bien, tenga la capacidad de verme. Gracias a ti y a todos mis amigos, por tenderme una mano cuando me cuesta andar.