lunes, julio 21, 2008

SE LO QUE HICISTEIS...
El verano es una época de amores, desplantes, playa, sol, comilonas, aventuras, misterio y, porqué no, miedo. El pasado sábado pasé el día junto al mar en compañía de Eva, la pequeña Alba, Juandi, Garci y Alex. Estuvimos en San Juan (Alicante) tostándonos y saltando olas.

Garci y yo nos sentamos en un sofá sobre las once de la noche, agotados. Nuestro descanso tuvo lugar en la residencia de verano de mi amigo Alex. El enorme casérón, dotado de piscina y comodidades, estaba situado en una urbanización a las afueras de la ciudad, escarpado en una colina, rodeado de matorrales, árboles y pedruscos; sin más comunicación a los alrededores que una carretera local que estaba a un 1 kilómetro de distancia. Por supuesto, no había cobertura.

Tras una ducha, encendimos el DVD para ver La residencia, la opera prima de Chicho Ibáñez Serrador, un film digno de ser visto por cualquiera que adore el cine de terror. La película narraba la historia de un grupo de chicas que viven en un internado, las cuales, sin saberlo, habitan en compañía del más absoluto de los psicópatas. Entre navajazos y yugulares atravesadas con cuchillos, pasamos la velada. A la una de la madrugada, nada más terminar el filme, comenzó a aullar un perro lobo fuera de la casa y Garci, ante la lúgubre situación, decidió irse a su piso a dormir.

Allí quedamos Alex y la que escribe, incomunicados entre sombras, pensando que un señor cualquiera podría aparecer por la ventana con crueles intenciones. Dormimos en la misma habitación, en camas contiguas, para darnos apoyo y defendernos de nuestro miedo o de lo que se terciara. Afuera seguían aullando los animales de la noche.

No podíamos conciliar el sueño, la situación era de pesadilla y, encima, tampoco teníamos coche para bajar al pueblo. "¿Y si aparece un psico-killer? Es verano... ¿Y si nos atracan?", nos preguntábamos sin cesar.

Cuando estábamos a punto de dormir, y nuestro miedo prácticamente estaba disipado, sonó el pomo de la puerta. Alguien estaba intentando abrir la puerta y a Alex y a mi se nos puso la cara del color de la pared. Les diré que en ese momento mi estómago se desplazó a mi garganta. Alex salió disparado hacia el salón y yo me hice con un par de pedruscos que había en la colección de minerales de la habitación. Estábamos preparados para lo peor cuando tras la puerta encontramos a los padres de Alex, se habían ido de boda y querían dormir fresquitos en la finca.

Nada más verles, sonreimos. Ellos no sabían lo que habíamos hecho horas antes, tampoco lo que estábamos pensando.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

No seas fantasiosa. Sí que teníamos coche para intentar escapar del psychockiller. Besos. Tu compañero en la noche de horror..
PD: Anda, mira... Un señor.

Sarah dijo...

Alexxxx, por fin has leido mi blog!!! Aleluyaaaaaaa!!! Nada de fantasías, pasamos más miedo que la madre de la niña del exoscirta cuando ve que a su hija la cabeza le da vueltas. Besossss