sábado, diciembre 22, 2007

DECIMOS SON ILUSIONES A FALTA DE MUCHOS MILLONES

Erase una vez...
Un par de trabajadoras interinas, de esas que tienen contratos precarios y a las que despiden cada cuatro meses para luego, con un poco de suerte, volverlas a contratar. Aquella mañana fría y gris de invierno Lola se despertó tempranito porque había quedado para ir a recoger la cesta de Navidad de su empresa. El reloj marcaba las 11 en punto y María no tardó en llamar al timbre.

- No te lo vas a creer, pero he soñado con el número del Gordo de la lotería. Era el 13030.- dijo la amiga nada más entrar por la puerta del domicilio.

Las dos se miraron de forma cómplice y, tras una sonrisa pícara, no tardaron en poner manos a la obra para encontrar la participación. Cogieron el coche y fueron a parar a la oficina para proveerse de las viandas tan típicas en estas fechas. Ya saben, más vale pájaro en mano que ciento volando.

Una vez recogido el regalo de la empresa, se sentaron en sus respectivos puestos de trabajo, encendieron los ordenadores y empezaron a indagar para encontrar la administración que vendía el 1303o. No tardaron mucho en averiguar que su boleto estaba en a la venta en la zona de Ríos Rosas, justo en la otra punta de Madrid desde el lugar donde se encontraban.

-Cierran a las dos. Esta tarde ya no venden billetes de lotería porque empiezan con las devoluciones. hay que darse prisa. - recalcó María.

-¡Vamos!- gritaron ambas llenas de energía.

Faltaba menos de una hora para el cierre, pero como se suele decir la ilusión mueve montañas e, incluso a veces, los coches atacados que se concentran en el centro de una ciudad. Tras ratos de risas nerviosas, música y un "tenemos que llegar", consiguieron aparcar en la puerta de la administración y comprar tres décimos del 13030.

- ¡Como alguien se entere de esto va a decir que estamos locas!- exclamaban entre ambas.

Al día siguiente se celebró el sorteo tan esperado de la lotería de Navidad y aquel 13030 tan ansiado por las dos chicas no resultó premiado, noticia que fue recibida por ambas con la misma sonrisa cómplice que se dedicaron aquella gélida mañana de diciembre.

En estas fechas en las que los regalos, las comilonas y los excesos marcan la pauta general de conducta popular muchos olvidan que hay un transfondo que a vec Navidad: un SMS de Montse,es se deja de lado y que es capaz de mover a cualquiera: la ilusión.

Hoy tras escuchar esta historia miré la lluvia caer por la ventana y pensé en mi Navidad: en Eva y en Alex a los que por fin iba a abrazar en fin de año, la tarjeta de Fran, la cita con Tere, la voz de John que me provoca lágrimas a través de la distancia, mi querido amigo el siempre currante Javi, aquellos bailes con Montse y los compañeros de la redacción en la fiesta del periódico, las luces del árbol que EL y yo pusimos en nuestro salón... Las primeras Navidades en nuestra casa, con Dinky ese regalo de cuatro patas tan esperado.

Cuando recuerdo lo que les ocurrió a Lola y a María no puedo evitar pensar que sin personas como ellas, sin sus locuras y, sobre todo, sin sus ilusiones la Navidad no sería Navidad.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho cómo reflejas en cuento una jornada que fue real y que me encantó compartir contigo. Pero eso es lo bonito de la navidad, que ese día convertimos la rutina en un cuentecito, y que fue uno de los regalos más bonitos y divertidos que tuve, ¡aunque no tocara! jejeje. Besos