sábado, agosto 04, 2007

BUSCANDO PISO


Cuando te mueves en el mar de la búsqueda infatigable de un piso, puedes acabar volviéndote majareta. La primera vez que EL y la que escribe acudieron a una de esas casas que ponen el cartel de "se alquila" fue hace unos tres meses.


La cita era a las 19.00 h. en la puerta del inmueble. Esperamos sentados con cara de ilusos un buen rato hasta que vimos aparecer a un personaje grueso y con bigote que llevaba una capa estilo Ramón García en las noches de fin de año. Me dio muy mala vibración, pero lo peor estaba por llegar.

Subimos las escaleras de un edificio antiguo sin ascensor, el tipo con ademanes de Colombo made in spain, logró manter la intriga sobre el piso hasta el momento en el que giRó la llave. Al entrar las paredes estaban desconchadas, la luz no funcionaba y los muebles, por lo poco que pudimos ver, no estaban en los catálogos del IKEA, más bien parecían sacados de un almanaque de piezas de coleccionista de hace 20 años. ¡Estábamos en la serie Cuéntame cómo pasó! Además de esto, la casa no estaba sola, tenía habitantes. Unos serecillos verdes y con rabo reptaban a sus anchas por las paredes de la habitación de invitados. -"Aquí hay mucho espacio para meter a quienes ustedes quieran"- decía el de la inmobiliaria. -"Sí, sí"- dije por dentro mientras intentaba quitarme la terrible imagen de las lagartijas campando a sus anchas por la pared.

La visita por la casa de los Monsters transcurrió sin más pena ni gloria. A las semanas el agente de la inmobiliaria me llamó al móvil para preguntarme si me quedaba con el piso. La respuesta fue evidente: No. El segundo apartamento que visitamos estaba en una zona residencial de Madrid. El dueño era un pijín, de esos que llevan pantalones cortos y nauticos, su nombre hacía honor a su indumentaria: Se llamaba Jacobo (ya saben... "cuanto más grande más... bobo"). En fin... Entramos en el piso y caimos en la cuenta de que internet no es una fuente fiable para encontrar casa. En la red el hogar parecía Buckingham Palace, en la realidad, era más pequeño que el espacio en el que habita el genio de la peli Aladdin.

Muy triste, pero cierto. Al día siguiente fuimos sin pena ni gloria a ver otro piso y nos encantó... ¡Cosas de la vida! Dicen que a la tercera va la vencida. A ver si es verdad.

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