martes, febrero 20, 2007

FASHION VICTIM

Este ha sido el primer año que no he asistido a Pasarela Cibeles, y qué quieren que les diga, tampoco la he echado tanto de menos como pensaba. No crean que ya no disfruto de la moda, lo hago, pero de una forma diferente. Ya no necesito asistir a la puesta en escena de mis admirados Ángel Schelesser, Francis Montesinos, Miriam Ocariz o Victorio & Lucchino para disfrutar de sus grandes obras de arte llevadas a cabo con telas. Eso si... A veces echo de menos la copa de Moet Chando de después del desfile.... No les voy a engañar.

Pero frivolidades a parte, no hace falta pesar 50 kilos, ni llevar un vestido carísimo de Balmain para respirar ese aroma glam y cool que de vez en cuando azota a acontecimientos como los que tuvieron lugar la semana pasada en la capital.

El pasado sábado, día en el que se celebró el carnaval en Madrid volví a desfilar. Había quedado con John en el edificio del Banco de España, llegaba con 20 minutos de retraso. El autobús se detuvo delante del Retiro a causa de dicho evento y nos desalojaron a todos los viajeros. Fue entonces cuando ocurrió: la calle Alcalá estaba cortada, plagada de gente a ambos lados que estaban esperando las carrozas... Había muchos focos, ningún coche... La Cibeles lucía impresionante, también la Puerta de Alcalá.

Y allí estaba yo, un sábado por la noche en mi adorado y a veces detestado Madrid, mi Madrid. Con mis botas de tacón, un vestido negro de escote, una gabardina, los ojos pintados y una radio en las orejas. Era mi momento. "Ahora o nunca"- pensé. Y no tardé en comenzar a caminar con mis aires de "top" por toda la calle cortada. La gente me miraba, o no, pero a mi me daba absolutamente lo mismo. Me estaba sintiendo genial caminando al compás del Jamiroquai que sonaba en los 40.

Al llegar a Banco de España me esperaba John con su enorme sonrisa. -¡He desfilado!- le dije contentísima. Caminamos despacio por mi paricular pasarela: La Gran Vía para tomar "la copa de Moet Chando" de después del desfile en un pequeño café cercano a Chueca. - ¡Esa es la felicidad de la vida, Sara, aprender a disfrutar de estas chispitas mágicas que nos da el día a día!- comentaba John.

No hizo falta PRADA, ni Loewe, ni Gucci. Estaba en mi, en la noche, en el momento...John tenía razón, no hay nada como saber gozar con las pequeñas cosas... Pero eso no quita que me sigan alucinando las creaciones de los modistos nacionales e internacionales, que de vez en cuando me gaste el dinero que no tengo en un vestido de Max Mara o que cada mes dedique un espacio de mi tiempo a recrearme en el VOGUE... ¿Qué le vamos a hacer? La moda es un arte, arte de unos, de otros, arte que está en uno mismo... Me encanta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Como se nota que todavía queda algo de cuando hiciste aquel cursito,eh? A ver que modelito te plantas para mi gran día. Hay muchos deseando verlo.
Besos,prima. Me alegra que estés mejor.

Anónimo dijo...

EL PAIS Y EL VOGUE?
No hay duda de que eres la mezcla perfecta.
Besos, compi.

Anónimo dijo...

Bueno como debia ser y despues de una temporada sin dar señales de vida (que ya esta bien por cierto) y verte ahora me has dejado como igual que siempre ...
Te imaginado desfilando por esa calle toda chula tu, y tu taconeo como no.
Y bueno solo decirte que estes muy bien que yo lo estoy tambien aunque no me deje ver por ningun lado, pero dias tontos los tenemos todos ...
Abrazos, besos, cuidate y saludos

Anónimo dijo...

moet chando? moet chando???? moet chando???????!!!!!!!! anda ya muchacha, olvidate de Prada y Blanik y de todos esos gays sin fronteras que corrompen el mundo intentando plasmar su absurdo nombre en los sueños de la gente. En vez de eso, sírvete un copa de ti misma y brinda sonriendo al horizonte!!!!

TE QUIEROOOO!

Anónimo dijo...

se me olvido poner mi nombre, soy John, besossssssss