sábado, septiembre 20, 2008

MIS 26 AÑOS

Me encantan los Pitufos. Cuando cumplí 3
años mi madre me regaló una tarta con estos
muñecajos adorables.


Supongo que tenían que llegar y llegarán, a menos que de aquí a una hora me de un jamacuco. Los 26... Cuando mi madre tenía esa edad, yo caminaba por el colegio de monjitas fardando en el patio de que mi mamá tenía la edad de las hermanas de mis amigos. Y ahora, mirénme, sentada frenten al portátil, bebiéndome una Coronita a las tantas e intentando resignarme ante un hecho natural: cumplir años.
Se me acaba el carné joven, el banco me cobra por la tarjeta de crédito, caduca mi carné de la facultad y, para colmo, van a dejar de hacerme rebaja en dos de mis tiendas favoritas.¡Que asco! ¿Pero saben que? En medio de todo este caos, me siento afortunada. Todavía no me he atado a una hipoteca, tampoco a un trabajo "estable" -es decir, la ilusión de mi vida no es llegar a convertirme en funcionaria- ni mucho menos casarme y tener enanos. Yo quiero viajar, irme a Londres, a la China, vivir en Nueva York, visitar Japón, Australia e Islandia; escribir un libro y leer mil más; aprender más inglés; volver a bailar; trabajar a tope en la locura informativa; asistir a mil conciertos; pasearme con un vaso de café del Starbucks por la Gran Vía a las nueve de la mañana vestida como me da la gana; aprobar el examen práctico de conducir y, sobre todo, divertirme al lado de la gente que quiero haciendo de cada instante un momento inolvidable. Eso es lo que realmente deseo. Lo que para muchos puede parecer una vida inestable y disoluta, a mi me hace sentir plenamente feliz.
Dicen que lo que te hace adulto es la ausencia de sueños, de ilusiones y, en ese sentido yo me siento una niña de 3 años que disfruta con su tarta de Pitufos. Increíble, pero cierto. En medio de toda esta parrafada que acabo de redactar me han llegado los 26 y no me he dado cuenta. Supongo que es un buen comienzo o al menos eso parece.

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